Para mi buena suerte el efecto de la cruda era retrasado, sentía todos los síntomas unas semanas después era un don divino.
Me di un baño con agua caliente y me vestí con lo primero que encontré en mi closet sin importar si combinaba o no, y en cuanto a los zapatos me puse unas pantuflas, no me maquille y ni me peine, me deje el pelo suelto.
-Hola-no era sorpresa encontrar a Mariana en mi casa después de una fiesta como la de ayer, tampoco era raro encontrar a Malcom. Pero si él no estaba solo significaba una cosa, que habían tenido sexo, a Mariana no le gustaba ver Malcom después de eso, decía que la hacía sentir extraña, así que por la madrugada él se iba a su depa, o se cambiaba de habitación pero creo que por hoy opto por la primera.
-¿Vas a desayunar?-pregunto María, una sirvienta, una mujer ya mayor como de unos 45 años era como mi madre, ya que mis padres habían muerto ella se quedó conmigo todo el tiempo que estuve sola.
-Sí, fruta con queso cottage y yogurt natural, por favor-no hacía falta decirle que quería ella siempre lo sabía.
-Y usted-ofreció a Mariana.
-Una taza de café negro y cargado, y unos hot-cakes- María solo miro con desapruebo a Mariana por lo primero que pidió pero al menos agradecía que no estuviéramos vomitando en el piso y con lentes obscuros.
-¿Cómo te fue?-pregunto acercándose demasiado a mí para que nadie escuchara.
-Ush, cállate María esta unos metros, te cuento en el cuarto-nos empezamos a reír y justo en eso llego María acompañada con dos muchachas con charolas y el desayuno.
Desayunos y como adolescentes subimos rápidamente a mi cuarto.