Pero en realidad era el hombre indicado digo de que era maravilloso lo era, pero el amor de mi vida, tenia mis dudas aunque no debería, por algo estaba a unas semanas de comprometerme con el, con Sergio De La Rosa, el General que había llevado a EUA a su victoria varias veces,
Pero Raúl era Raúl, esos ojos negros aceituna eran difícil de olvidar, Sus labios de un rosa pálido divino, sus manos suaves y fuertes eran perfectas, pero el no quería nada conmigo si no hubiera contestado la ultima carta que le mande hace ya creo 4 años atrás pero no lo hizo al menos eso me hizo entender Adelaida que era mi dama de compañía que todas las mañanas sin falta iba a la oficina de correo desde hace ya 2 años desde que yo, bueno mejor dicho mis padres conocieron a Sergio y me vigilaban día y noche para que fueran una señorita decente digna de que el me pidiera en matrimonio, por lo cual las salidas sola y a cualquier hora se acabaron.
-Nada-la misma respuesta que escuchaban mis oídos siempre.
-Lo siento-me abrazo cuidando que no parecía una falta de respeto hacia mi.
-Tranquila, no es culpa tuya-me limpie la cara con un pañuelo y me seque las lágrimas que habían logrado escapar de mis ojos.
-¿Me preparas el baño?- a muy temprana hora tenia que bajar a desayunar con Sergio quien vendría por ultima vez antes de partir a Nueva Orleans para estar con el general Madison a arreglar unos asuntos de la guerra.
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