Bendito Y Maldito Error

El camino al hospital no había sido el mejor de toda mi vida a decir verdad se me hizo muy largo pero a quien no cuando esta punto de saber si morirá o no.

Pero al paso darle prisa el hospital estaba casi vacío, las sillas blancas ya casi despintadas y rotas hacían juego con las paredes amarillo apagado, todas las sillas se unían y sostenian por un fierro negro.

Del consultorio del doctor salio un mujer de unos 40 y tantos, estaba llorando y un hombre la acompañaba supongo que su esposo al juzgar por sus sortigas. A lado de mi un hombre, de altura media, cabello negro y largo pero no exageradamente , con patillas cortas y unos ojos verdes con un brillo hipnotizador y divino como el de la luna reflejada en el agua. Me preguntaba si yo saldría igual como ella claro que yo saldría sola.

-Tranquila-me tranquilizo el muchacho de  a lado.

-Gracias-no pude ser mas que agradecer y sonreirle débilmente.

-Seguro todo saldra bien-volvio a tranquilizarme-Soy Paulo- se presento por si mismo.

-Yo Paola-que coincidencia pensé.

-Paola, lindo nombre-me sonrió mientras me daba la mano.

-Igualmente-regrese el alago.

-Paola Gomez Dasco-nombro gritando la enfermera ya un poco anciana.

-Soy yo-conteste mientras me paraba de mi asiento. Extendí mi mano hacia Paulo y me despedi con un bye.

El ya familiar consultorio del  doctor me esperaba solo que ahora me arruinaría la vida o me alegría y todo eso dependía de una hoja de papel.

-Paola-me dijo mientras metía de nuevo la hoja en el sobre donde estaba al principio.

-Doctor al grano-le pedí-Si me voy a morir no me quite mi valioso tiempo con rodeos.

El doctor solo pude asentir con la cabeza y decir- lo siento mucho Paola si hay algo que yo pueda hace, no dudes en..-

Lo detuve con la mano.

-No,doctor gracias, pero al menos que tenga el remedio no!!-se que eso era muy cortante pero cuando te vas a morir que mas te da eso.

Salí de ahí como pensé hecha un mar de lágrimas y un desastre, busque el rincón mas obscuro y solo que encontré y me puse en posición fetal. Pero el ya me había encontrado y para mi sorpresa traía mi bolso, lo debí de haber dejado olvidado en el consultorio.

y justo cuando lo iba a tomar el lo quito y no dejo que lo tomara.

-Lo quieres, aceptame una invitacion a salir- su mueca retorcido y su mano ofreciéndome un pañuelo me animara a aceptar.

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